La autonomía o autogobierno, proviene de los términos griegos auto («yo») y nomos («ley», «regla» o «regla»), y se utilizó originalmente en ciudades-estado cuyos habitantes establecieron sus propias leyes, posteriormente se ha utilizado en los individuos.
El término autonomía todavía se utiliza para designar las unidades colectivas, gobiernos, estados u organizaciones, por ejemplo, es común decir que tal o cual país, como Estado soberano, tiene autonomía.
La palabra también puede ser utilizada en lugares que no tienen una total autonomía, pero que la tienen de manera parcial en ciertas áreas, por ejemplo las Islas Feroe, posesión de Dinamarca, pero que tiene un alto grado de autonomía, es un ejemplo de una región autónoma; del mismo modo, en Canadá y Suiza tienen sus provincias y cantones una considerable autonomía.
Algunas Universidades en el mundo también tienen autonomía en las áreas en las que se les han dado poderes para decidir, por ejemplo, tienen el derecho a establecer sus propios programas de estudio.
En la filosofía se utiliza el término en las disposiciones de la propia legalidad interna, independientemente de la influencia externa; autonomía se utiliza sobre todo en la filosofía moral y se ocupa de la capacidad de una persona para decidir sus acciones y la base de sus acciones, es decir, un individuo se considera autónomo cuando las razones de la forma en la que actúa obedecen a sus propias razones.
Lo contrario de autonomía es heteronomía, y denota una condición en la cual las acciones de los individuos están determinadas por fuerzas que no pertenecen al propio individuo; estas fuerzas pueden tomar la forma de coerción, manipulación, o impulsos y deseos del propio sujeto.
La más famosa teoría sobre la autonomía la ha expuesto Immanuel Kant, aplicada a la voluntad cuando se determina únicamente por la razón práctica de la ley moral inherente, un imperativo categórico. La autonomía es también fundamental para la ética deontológica, en donde la autonomía de las personas, es considerada como una fuente de los derechos morales.
Del mismo modo, en la filosofía política, sobre todo en el liberalismo, la autonomía de las personas a menudo se entiende como la base de los derechos políticos de los individuos en contra de los intereses colectivos, también es común pensar que existe una estrecha relación entre la autonomía y el ser moralmente responsable, y entre la autonomía y la libertad de voluntad.