La motivación intrínseca se produce cuando una acción es libre de presión, totalmente auto-determinada y en franca competencia, es decir, es aquella que se da desde el interior de un individuo.
En tales casos, las personas están realmente interesadas en lo que están haciendo y la actividad a realizar es satisfactoria en sí misma; trabajan porque es divertido e interesante, y hacen su tarea porque les gusta, tienen la motivación intrínseca.
La motivación intrínseca se refiere a la conducta que es impulsada por las recompensas internas. En otras palabras, la motivación para participar en un comportamiento surge de dentro del individuo, ya que es intrínsecamente gratificante. Esto contrasta con la motivación extrínseca, que implica la participación en una conducta con el fin de obtener recompensas externas o evitar castigos.
La actividad se convierte en la razón de la motivación, no hay preocupación central por lo que otros piensen acerca de cómo llevamos el trabajo a cabo, o qué tipo de recompensa nos espera cuando se ha completado la tarea, a veces se vierten en la actividad y se olvidan de tiempo y lugar. Cuestiones como: «¿Ya es hora?», o: «¿No es tiempo de ir por más?» pueden ser signos claros de motivación intrínseca.
Necesidades psicológicas innatas.
Tenemos tres necesidades innatas psicológicas, lo cual es importante para la motivación intrínseca: la necesidad de auto-determinación, la necesidad de competencia y la necesidad de afiliación (Deci y Ryan, 1985). Cuando estas necesidades se cubren se produce la motivación intrínseca y las formas de autorregulación de la motivación extrínseca. Cuando no se atienden las necesidades, será con el tiempo que salgan de su desarrollo personal.
Por supuesto, eso no quiere decir que las conductas intrínsecamente motivadas carecen de sus propias recompensas, por el contrario, estos premios suponen la creación de emociones positivas dentro del individuo.
Las actividades pueden generar tales sentimientos cuando dan a la gente un sentido de significado (como la participación en eventos de voluntariado o de la iglesia), un sentido de progreso (al ver que su trabajo está logrando algo positivo), o competencia (aprender algo nuevo o ser más hábiles en un tarea).